sábado, 11 de febrero de 2012

Las rabietas infantiles... o cómo comprender lo incomprensible.(Nuria Otero)



Todos hemos oído hablar de las rabietas. Hablamos de ellas con total normalidad, como algo completamente integrado en nuestro día a día, y los que somos padres nos preguntamos unos a otros con naturalidad "¿tu hijo ya ha empezado con las rabietas?" como cuando preguntamos si les han salido los dientes o si ya sabe ir en bicicleta.

Ahora bien... ¿qué es una rabieta? Rabieta viene de rabia... para mí una rabieta es una demostración explícita y explosiva (con rabia, con ira) de un malestar, de un desacuerdo, sea éste importante o no a ojos de quien contempla el cuadro. Y rabietas las tenemos todos, niños y adultos. Lo que ocurre es que a medida que nos vamos haciendo mayores vamos aprendiendo a canalizar la rabia y los enfados, vamos comprendiendo más nuestro entorno y por qué a veces las cosas no son como esperamos, y sobre todo. aprendemos a no demostrar muchas de las cosas que sentimos porque parece ser que no está bien visto.

Pero ¿cuándo se produce una rabieta y por qué? Es una rabieta esa escena en una tienda de un niño gritándonos enfadado que quiere ese juguete, lo quiere, lo quiere y lo quiere; o el otro que se tira al suelo porque no quiere irse del parque; o la niña que da patadas al aire mientras grita "No te quiero"; o la que tira al suelo a manotazos un puzzle a medio montar. Pero también tiene una rabieta ese adulto que pega un puñetazo en la mesa mientras habla con el asesor técnico de su compañía telefónica, o el conductor que le grita y le da bocinazos al de delante porque no va más rápido. En realidad, se producen las rabietas fundamentalmente cuando nuestro enfado o nuestro malestar no encuentra una salida lógica. Cuando nos quedamos sin argumentos, cuando nuestra rabia es tan grande que sólo nos queda abrir la válvula de escape.

En los adultos pasa menos porque, como ya he dicho, somos capaces de comprender mejor las cosas que van pasando a nuestro alrededor, de otorgarles una explicación y tenemos mayor capacidad de espera. Pero en los niños no ocurren estas cosas, y aun en el caso de que comprendan, de que entiendan que tienen que esperar, que hay que ir a casa porque hay que cenar, que se den cuenta de que el puzzle no tiene la culpa de que ellos no encuentren la pieza correcta, aun en esos casos, los niños no saben "aguantarse" la rabia. La rabieta es la expresión de sus sentimientos, de la frustración que están sintiendo en ese momento porque no pueden obtener aquello que desean. y es legítimo que lo expresen. No podemos pretender que, además de amoldarse a nuestras necesidades, ritmos y tiempos, además de intentar aprehender conceptos como el tiempo y la generosidad, se queden callados, tendremos que aceptar que lo único que les queda, en muchas ocasiones, es "el derecho al pataleo" en su más gráfica acepción.

En general, coincido con Aletha Solter en que la mayor parte de las situaciones que provocan esas rabietas en nuestros hijos se pueden agrupar en tres tipos: *El niño tiene una necesidad básica (hambre, sed, sueño.) que o bien no estamos viendo o bien, aunque la veamos, no podemos satisfacer en este momento. Imaginemos a un niño de 3 años con hambre, en coche, camino a casa y en un atasco. aunque sepamos que tiene hambre y lo comprendamos, probablemente no podamos solucionar el problema; lo más habitual será una rabieta por parte del niño. ¿qué haremos? ¿reñirle por tener hambre? ¿reñirle porque llora? ¿gritarle?... nada de lo que hagamos le saciará el hambre.

*El niño tiene información insuficiente o equivocada de la situación en la que nos encontramos. O bien pensaba que íbamos a quedarnos más rato en el parque, o no comprende por qué hoy, precisamente hoy, tenemos prisa en el súper con lo mucho que le gusta a él jugar en el carrito, o quizás él quería comprar cereales y nosotros sólo hemos entrado a por detergente. Pararnos a escuchar qué es lo que quiere o necesita (quizás sea cierto que se han acabado los cereales), así como explicarle con antelación que hoy vamos corriendo porque tenemos médico, o peluquería, o enseñarle un reloj y explicarle a qué hora dejaremos el parque puede ahorrarnos un mal rato a los dos.

*El niño necesita descargar o liberar tensiones, miedos o frustraciones presentes o pasadas. Muchas veces los niños "aprovechan" cualquier mínimo detalle para entrar en una rabieta. Puede ser que estén enfadados o angustiados por cualquier otra cosa y la situación actual sólo sirva de detonante. Tal vez algo que ocurrió en la escuela, donde no se siente tan seguro como en casa, no sale hasta que está con nosotros, en confianza absoluta. En este caso, al igual que en los anteriores, cortar la expresión de rabia no va a hacer más que aumentar el malestar y dilatar en el tiempo la descarga.

Así, desde este punto de vista, no encuentro demasiadas situaciones "enrabietadas" que me pa-
rezcan dignas de reproche. Son, sencillamente, señales de alarma. oportunidades. Para nosotros. Para intentar comprender qué nos está pidiendo nuestro hijo. Para saber si necesita algo de nosotros, tal vez algo material, pero quizás sólo una explicación para que el mundo tenga un poco más de sentido. Quizás, tal vez, sólo un poco más de tiempo con nosotros, o de tiempo a secas.
Así que, ante la pregunta de qué hacer cuando un niño tiene una rabieta, la respuesta será: acompañar. Es decir, comprender que es una demostración de lo que está sintiendo, y que por mucho que hagamos, no va a dejar de sentir. Podemos ignorarlo, reñirle, gritarle o castigarlo, y probablemente consigamos que no tenga rabietas, o que las tenga menos frecuentemente, o que las tenga menos vehementes, pero no conseguiremos que deje de sentirse mal por lo que está ocurriendo. Y conseguiremos, además, que se sienta culpable por sentirlo, cuando es absolutamente razonable que a veces se sienta disgustado.

Por ello, ante un episodio como los que he descrito anteriormente, o cualquier otro similar, lo mejor que podemos hacer es tener paciencia y templanza, hablar con nuestro hijo si nos deja, decirle que entendemos que se siente mal por esta o aquella razón, dar alternativas si existen, cogerle en brazos o sentarnos a su altura y aceptar el dolor que nos está mostrando. Al fin y al cabo, está siendo absolutamente sincero con nosotros, nos está confiando sus sentimientos y sus emociones, y no podemos hacer menos que aceptarlos. Ponernos de su parte, sufrir con ellos la frustración, ser realmente sus cómplices en un momento amargo será la mejor manera de que vayan comprendiendo el mundo, y lo harán con confianza plena en nosotros, que creceremos también si aprovechamos la oportunidad para profundizar en la comunicación con nuestros hijos.

La paternidad, una reflexión (Armando Bastida)



La paternidad, ese maravilloso suceso, ese sentimiento de tener a alguien que es parte de ti, que nace del amor con tu pareja, que... bien, no hace falta seguir, todos somos padres, madres o hijos, así que sabemos de qué hablo. Tener hijos es algo muy bonito, pero es muy duro... Nosotros tenemos dos hijos. Un niño y una niña (¡¡¡qué bien, la parejita!!!). El niño es el mayor, tiene 6 años y es lo que se suele decir un diablillo. La verdad es que lo estamos pasando mal con él, ya desde pequeño lloraba mucho en la cuna para que lo cogiéramos y hasta que no lo hacíamos no se calmaba. Se dormía, lo poníamos de nuevo en la cuna y al rato volvía a llorar para que lo cogiéramos de nuevo.

Esto era un continuo (¡para que luego digan que los niños no son listos!), siempre era así, nos tomaba el pelo a todas horas, si mi mujer le daba el pecho se dormía y teníamos que despertarle, porque todo el mundo sabe que cuando se tiene que comer, se tiene que comer y no dormir. El momento de dormir es en la cuna, cuando toque, no cuando se come. Yo creo que por eso se despertaba en la cuna llorando, porque como se dormía mamando, luego no tenía sueño y aguantaba muy poco.

Le dijimos a la pediatra que no podía ser, que le daba de mamar cada tres horas, pero el niño se quejaba de hambre antes de llegar a las tres horas, por lo que seguro que tenía poca leche, o que no alimentaba suficiente. Menos mal que se lo dijimos. Nos dio unas muestras de leche artificial para probar, y ¡¡BINGO!! El niño mamaba y después le dábamos biberón y así aguantaba nuestras preciadas tres horas.

En fin, a lo que iba, con 5 meses empezamos a darle fruta, el tío no la quería, sólo quería biberón (ya no le dábamos leche materna porque ya no le alimentaba) y nosotros que no... que necesitas vitaminas, venga, come... se la dábamos como podíamos. Muchas veces vomitaba para hacernos sentir mal, menos mal que no nos dejábamos engañar y seguíamos dándole. Esto mismo pasaba por la noche, el problema de dormir no se solucionaba, todo lo contrario, ahora se despertaba todavía más, con ganas de juerga y todo...

El mamón (lo digo cariñosamente) hacía siestas de día y luego por la noche no tenía sueño y se dormía tarde y luego se despertaba cada dos por tres. Hambre no podía ser, porque le dábamos muchos cereales para dormir, como nos dijo la pediatra, así que era pura marranería. Suerte que su habitación queda un poco alejada de la nuestra y casi no le oíamos. Cualquiera duerme con esos berridos. Sé que puede sonar mal dicho así, pero claro, imagínate que vamos y le cogemos: ¡¡¡pues la has cagao bacalao!!! Se ha salido con la suya, ahora siempre que llore esperará que le cojas y llorará aún más si no lo haces. Nosotros no bajamos la guardia en ningún momento, y poco a poco la situación fue a mejor, pasados unos días no lloraba tanto y empezó a dormir bien. Papás:1 Bebé: 0. Así fue pasando el tiempo, cumplió un año y empezó a andar.

Lo tocaba todo, abría mis cajones, me los desordenaba y yo: ¡¡¡NO, NO y NO!!! ¡¡¡Eso no se toca!!! Fijaos lo malo que era, que me miraba, se reía y seguía tocándolo. Llegaba un momento que hasta que no le daba un cachete en el culo (en el pañal, que no hace daño) no entendía (o no quería entender) y eso que ya llevaba 6 meses en la guardería, que de ahí salen muy preparados. A veces le reñíamos y como no le gustaba lo que le decíamos nos pegaba (¿veis como es un diablo?). Suerte que teníamos las cosas claras y que decidimos que eso era una falta de respeto. Eso de pegar en esta casa no. A los papás no se les pega. Tiene que saber quiénes son sus padres, así que cuando nos soltaba la mano le dábamos un cachete a él para que viera lo que es y le castigábamos en una habitación en la que no hay juguetes durante un par de minutos. A veces salía muy calmado, pero otras veces lloraba como un poseso, así que lo dejábamos un rato más. Os explico todo esto para que veáis lo duro que es ser padre, pero si seguís un poco estos consejos veréis que al final te respetan, porque todo esto lo hicimos porque le queremos, por su propio bien.

Sigo... Llegaron los dos años, las rabietas, se tiraba en el suelo llorando y moviéndose como un loco. Si lo hacía en medio de la calle caminábamos unos metros más y lo dejábamos ahí, en el suelo, hasta que se le pasaba y venía. La gente nos miraba y le miraban a él, a ver cómo acababa la cosa. Por suerte siempre bien. No dejábamos que se saliera con la suya. Imagínate que se echa al suelo por la razón que sea y lo coges. Pues te ha ganado, se ha salido con la suya. Cada vez que quiera algo, al suelo a llorar. Con la comida otro tanto. En la guardería nos decían que comía bastante bien, pero en casa ¡¡¡un suplicio!!!

No quiero, no me gusta, cerraba la boca con todo. Peleas todos los días para comer, nada le gustaba. No sé porqué les cuesta tanto entender a los niños que lo haces por su bien. Pues nada, le poníamos la verdura para comer, si no la quería otra vez para merendar, para cenar. Al final se la comía, con malas caras, pero se la comía. Gracias Estivill por esos sabios consejos... Qué vergüenza pasaba yo cuando venían las visitas a casa. El niño corriendo por todas partes, molestando, haciendo ruido: ¡¡¡Pórtate bien!!! ¡¡¡No podemos ni hablar!!! y el tío seguía. En serio, se portaba muy mal.

Yo le decía a mi mujer que dónde leches había aprendido el niño a ser así, si venía de su familia o qué... o que si en esa guardería no lo estaban educando bien quizá habría que cambiarlo a otra. Mis padres, por supuesto, me daban la razón: el niño se portaba muy mal. Esos días se solía ganar algún castigo. Parecía que esperaba a que hubiera gente para sacar sus juguetes al salón, desordenarlo todo y molestar. Llegó un punto que mi mujer y yo estábamos tan cansados del tema, que decidimos hacer un viaje, a ver si así se arreglaban un poco las cosas y al menos cargábamos las pilas. Nos fuimos una semana a París, es precioso, si no habéis estado os lo recomiendo. Lo pasamos genial...

La pena es que al volver todo seguía igual o peor... Sí, volvimos como nuevos, pero nuestro niño se tiró una semana o más casi sin hablarnos por haberle dejado con la abuela. ¡¡¡Con lo que la abuela le quiere!!! Además tiene que entender que lo hicimos porque lo necesitábamos. Estando tan saturados no puedes cuidar bien de un niño. Así entró en el cole, peleas con sus amigos, peleas en casa para hacer los deberes, peleas con la comida, peleas para ir a dormir y discusiones continuamente. Menos mal que nos recomendaron que el niño hiciera actividades con las que se desfogara, que liberara toda esa tensión acumulada (yo pienso que hasta debe tener un principio de hiperactividad) y lo apuntamos a natación y a fútbol, así puede quemar todas esas calorías que necesita quemar y luego en casa se porta mejor.

A veces está tan cansado que es cenar y el pobre cae rendido en la cama. ¡¡¡¡¡Mano de santo!!!!! Viendo que las cosas iban mejor, mi mujer y yo lo hablamos y fuimos a por la niña. No nos costó mucho. Vino rápido. Con ella todo ha sido diferente. Siempre ha comido de buen grado lo que le hemos dado, siempre ha dicho que está bueno. Se puede decir que nos pedía ir a dormir. La poníamos, cerraba los ojos y se dormía, ni lloros, ni pedir brazos, sólo la cogíamos algún ratillo durante el día y se puede decir que lo hacíamos más porque la echábamos de menos que porque ella nos lo pidiera. No hace ruido, no molesta, se porta fenomenal.

Vienen las visitas y no se percatan de que está, porque es supereduca-da. No se queja si le cambias de ropa, de pañal (si hasta hace una caca superfácil de limpiar), si la bañas. De verdad, una auténtica maravilla de niña que nos ha hecho ser totalmente felices. Se puede decir que todo lo que aprendimos y todo lo mal que lo pasamos con el primero ha hecho que nos veamos recompensados con esta segunda hija. Con ella es todo tan fácil...

No hemos ido nunca al pediatra con ella, y eso que siempre le hemos dado biberones, pero es que no se pone mala nunca. Nos vamos a trabajar y la dejamos en casa (el niño en el cole), volvemos y nunca tiene malas palabras para nosotros. Imagino que ha entendido rápido que nosotros somos los papás, que nosotros somos los que mandamos en casa y que todo se hace por el bien de ella, del niño y de la familia. Este año tenemos pensado viajar de nuevo. Hemos decidido llevarnos a uno de los dos, el que se porte mejor... La verdad es que esto lo hemos dicho para no hacer sentir mal al niño, pero está de sobra decidido que será la niña a la que nos llevaremos.

Se lo ha ganado con creces. ¿El niño? Pues con sus 6 años sigue a la suya, desafiándonos a todas horas, superceloso de su hermana, tanto que un día le sacó un brazo de la pelea que tuvieron. Ese día le tuve que pegar ya en serio. Me dolió a mí más que a él, pero fue la única manera de hacerle ver que eso no se hace. Nos cuesta mucho educarlo, pero sé que al final del camino, cuando sea adulto, nos dará las gracias por todo lo que estamos haciendo por él. Ahora ya no hace natación, pero sigue con el fútbol y le hemos apuntado a clases de repaso, porque la maestra dice que va bastante flojo (quizá tenga un déficit de atención...).

Sobre la niña, somos tan felices con ella que casi estamos pensando ir a por otra. A todos nuestros amigos les recomendamos también que vayan a buscar una. Sobretodo ahora, en esta época, después de las Navidades, que las tienen a mitad de precio.

conclusión: si quieres un niño que se porte bien, que no llore, que no haga ruido, que no moleste, que no... cómprate un muñeco. Los niños viven, comen, lloran, juegan, aman, saltan, corren, exploran, rompen, y todo eso lo hacen porque están aprendiendo a vivir y a conocer el mundo en que viven y a sus propios padres. Lo hacen porque son niños.

No hacen las cosas para molestar. No hacen las cosas para probar hasta dónde puede llegar tu paciencia. Todo lo que hacen es porque están aprendiendo y para ello necesitan el apoyo de sus papás, para sentirse seguros en cada nuevo aprendizaje. Saben que solos estarían indefensos, por eso te llaman, por eso piden insistentemente si es preciso que estés con ellos, porque tú, papá o mamá, eres su alimento, eres sus pies, sus piernas, sus ojos, sus manos, eres su abrigo y eres su protector. Necesitan de ti para aprender qué es lo que les rodea hasta que crezcan y lo puedan investigar por sí mismos. No lloran por la noche para engañarte, lloran porque te necesitan, porque tienen miedo y se sienten inseguros, porque están enfermos y necesitan atención, porque tienen hambre y necesitan alimento. Si un niño llora porque tiene hambre, no tardas en darle su alimento. Si un niño llora porque tiene el pañal sucio, no tardas en cambiarlo.

Si un niño llora porque tiene sueño, lo duermes. Si un niño llora porque está enfermo, lo cuidas. Si un niño llora porque necesita cariño y compañía, te está tomando el pelo. No me cuesta entender el porqué de que se hayan multiplicado las consultas a los servicios de Salud Mental. En pleno s. XXI, cuando más importancia se les está dando a los factores psicológicos en la vida de las personas, cuando la Depresión, el Estrés y la Ansiedad son habituales compañeros de viaje en nuestras vidas o en las de algún familiar o amigo, me cuesta entender que se siga sin entender (valga la redundancia) que las necesidades de amor, de respeto y de cariño de un niño deben ser subsanadas. Al contrario de lo que muchos piensan (y nos quieren hacer creer) hacer pasar a un niño por situaciones de sufrimiento es contraproducente. La mente humana no es como un callo, que si sigues frotando se hace duro.

La mente humana necesita unas bases adecuadas para poder afrontar en el futuro reacciones adversas. Si ya de pequeños basamos su crecimiento en sufrimientos (para que se acostumbre y se endurezca como persona) lo que estamos haciendo es permitir sufrimiento a una persona que no sabe gestionarlo, que no sabe huir de él y que piensa que eso es lo normal, sufrir, es decir: ha venido al mundo a sufrir. Todos hemos leído alguna vez los casos del orfanato en el que no se procuraba ningún tipo de contacto a los niños, ni caricias, ni brazos, lo mínimo para que se alimentaran y tuvieran cubiertas sus necesidades básicas (comer, dormir, mear, cagar).

Sorprendió ver que, lejos de convertirse en niños más independientes, más duros y con una mente a prueba de bombas, los niños morían, sí, sí, lo he dicho bien, morían. Los niños se mueren si nadie les muestra afecto, si nadie les da cariño, si nadie considera el alimentar la mente como una necesidad básica. Referente a que los niños buenos son aquellos bien educados, de padres autoritarios, que se sientan cuando les dices que lo hagan, que se quedan sentados y callados para no molestar a las visitas y que no hacen ruido, es necesario comentar lo siguiente: antiguamente los niños se pasaban las horas jugando con sus amigos en el parque, en la calle, en mil y un sitios en los que desarrollaban sus facultades físicas y psíquicas. Ahora los niños no pueden estar en la calle, el temor a un atropello, a un secuestro, a un accidente, es demasiado fuerte para dejarlos a sus anchas. Entonces sólo hay dos posibles soluciones.

O los padres juegan con ellos en la calle o los niños juegan en casa. Si elegimos la segunda, tenemos que entender que los niños necesitan jugar, pues es su manera de aprender. Sobre la alimentación comentada en el artículo, es otro cantar. Los pediatras dan a menudo indicaciones "pasadas de moda". Dar el pecho o el biberón cada tres horas es una bonita manera de estropear la alimentación de los niños. Sobretodo si es leche materna que se digiere mejor y por tanto necesitan de más tomas (es lo ideal).

Tener a un niño pasando hambre "porque todavía no te toca" es como no cenar nosotros cuando tenemos hambre sino a las 22 en punto, aunque nos estemos muriendo de hambre. He dejado abiertos muchos temas a los que no he dado respuesta: los niños salen muy preparados de las guarderías... le di un cachete en el culo... en esta casa no se pega... las rabietas... le castigábamos en un cuarto sin juguetes hasta que se calmaba... Supongo que imaginaréis que no estoy de acuerdo con ellos (o con la visión que se tiene de ellos), pero por no extenderme más, serán temas que trataré en otro momento.

jueves, 9 de febrero de 2012

Padres Brillantes, Maestros Fascinantes (AUGUSTO CURY)


PADRES BRILLANTES ,MAESTROS FASCINANTES,AUGUSTO CURY–PSIQUIATRA HUMANISTA–

Los siete hábitos de los padres brillantes pueden cambiar para siempre la educación. Pueden revolucionar la relación entre padres e hijos y transformar la familia en un jardín de sueños.
——–realmente vale la pena darlo todo….y esperar lo mejor………………
1er HÁBITO: BUENOS PADRES DAN BUENOS OBSEQUIOS, PADRES BRILLANTES DAN SU PROPIO SER.
Este hábito de los padres brillantes contribuye a desarrollar en sus hijos la autoestima, protección de emoción, capacidad para manejar pérdidas y frustraciones, filtrar estímulos estresantes, dialogar, escuchar. Los padres buenos atienden, dentro de sus condiciones, los deseos de sus hijos. Los padres brillantes dan algo incomparablemente más valioso a sus hijos, algo que todo el dinero del mundo no puede comprar: su propio ser, su vida, sus experiencias, sus lágrimas, su tiempo.
Los padres que viven en función de dar presentes a sus hijos, son evocados por ratos. Los padres que se preocupan en comunicar su historia a los hijos, se convierten en inolvidables. Muchos padres trabajan para darles el mundo a sus hijos, pero se olvidan de abrirles e ellos el libro de su propia vida. Lamentablemente, sus hijos sólo van a admirarlos el día en que ellos mueran.
2do HÁBITO: LOS BUENOS PADRES NUTREN EL CUERPO, LOS PADRES BRILLANTES NUTREN LA PERSONALIDAD.
Este hábito de los padres brillantes contribuye a desenvolver reflexión, libertad controlada, valor, optimismo, superación del medio, prevención de conflictos. Los buenos padres cuidan de la nutrición física de sus hijos, los estimula a tener buena dieta, con alimentos sanos, tiernos y frescos. Los padres brillantes van más allá, saben que la personalidad necesita excelente nutrición psíquica, se preocupan por los alimentos que enriquecen la inteligencia y la emoción.
Debido a que la sociedad se convirtió en una fábrica de estrés, no hay control sobre el proceso de formación de la personalidad de nuestros hijos. Antiguamente una familia estructurada era garantía de que los hijos desarrollarían una personalidad saludable. Hoy, los buenos padres están produciendo hijos ansiosos, alienados, autoritarios, angustiados, que atraviesan graves conflictos. Los padres brillantes preparan a sus hijos para que sobrevivan en las turbulentas aguas de la emoción y desarrollen capacidad crítica.
3er HÁBITO: LOS PADRES BUENOS CORRIGEN LOS ERRORES, LOS PADRES BRILLANTES ENSEÑAN A PENSAR.
Este hábito de los padres brillantes contribuye a desenvolver conciencia crítica, pensar antes de reaccionar, fidelidad, honestidad, capacidad de averiguar, responsabilidad social. Los buenos padres corrigen errores, los padres brillantes enseñan a los hijos a pensar. Entre corregir errores y enseñar a pensar, existen más misterios de lo que imagina nuestra psicología. Haga que sus hijos reflexionen. Los viejos regaños y los conocidos sermones definitivamente no funcionan, sino que desgastan la relación.
Cuando usted abre la boca para repetir las mismas cosas, inconscientemente estimula la aparición de determinados archivos de la memoria que contienen viejas críticas y como sus hijos ya saben todo lo que usted va a decir, se armarán, se defenderán y lo que usted diga, no les penetrará, no les generará un momento educacional. No insista en repetir las mismas cosas por los mismos errores, para las mismas terquedades porque los hijos continúan repitiendo las mismas faltas. Los mismos errores merecen actitudes nuevas.
4to HÁBITO: LOS BUENOS PADRES PREPARAN A LOS HIJOS PARA LOS APLAUSOS, LOS PADRES BRILLANTES LOS PREPARAN PARA ENFRENTAR LOS FRACASOS.
Este hábito de los padres brillantes contribuye a desarrollar motivación, osadía, paciencia, determinación, capacidad de superación, creatividad y aprovechar oportunidades. Los buenos padres preparan a sus hijos para recibir aplausos, los padres brillantes los preparan para enfrentar sus derrotas. Los buenos padres educan la inteligencia lógica de los hijos, los padres brillantes educan sus sensibilidades.
Estimulen a sus hijos a tener metas, a procurar el éxito en los estudios, en el trabajo, en las relaciones sociales y llévelos a no tenerle miedo a los fracasos. Muchos no consiguen sobresalir en su trabajo, porque se rindieron frente a los primeros obstáculos. Otros no vencieron porque no tuvieron paciencia para soportar una negativa, porque no tuvieron osadía para enfrentar algunas críticas, ni humildad para reconocer sus faltas. La perseverancia es tan importante como la habilidad intelectual. Vencer no es siempre acertar.
V HÁBITO: LOS BUENOS PADRES CONVERSAN ACERCA DEL MUNDO EN QUE ESTÁN, LOS PADRES BRILLANTES DIALOGAN COMO AMIGOS SOBRE EL MUNDO QUE SON.
Este hábito de los padres brillantes contribuye a desenvolver solidaridad, compañerismo, placer de vivir, inteligencia interpersonal. Debemos comprender que la mejor forma de desarrollar un quinto hábito, es dialogar. Los buenos padres conversan, los padres brillantes dialogan. Entre conversar y dialogar hay una gran diferencia. Conversar es hablar sobre el mundo que nos rodea, dialogar es hablar sobre el mundo que somos. Dialogar es contar experiencias, es sacar lo que está oculto en el corazón, es penetrar la cortina de los comportamientos, es desarrollar la inteligencia interpersonal.
Más de la mitad de los padres nunca tienen el valor de dialogar con sus hijos sobre sus temores, pérdidas, frustraciones. La mayoría de los educadores no consiguen atravesar la cortina de los comportamientos. No es posible que muchos padres e hijos viviendo en el mismo techo, permanezcan aislados, dicen que se aman pero gastan poca energía en cultivar el amor. Cuidan de las paredes cerradas, los problemas del auto, pero no cuidan los cierres de la emoción y los problemas de relación.
6to HÁBITO: LOS PADRES BUENOS DAN INFORMACIONES, LOS PADRES BRILLANTES SON CONTADORES DE HISTORIAS.
Este hábito de los padres brillantes contribuye a desarrollar creatividad, inventiva, perspicacia, raciocinio esquemático, capacidad para encontrar soluciones en situaciones difíciles. Los padres buenos son una enciclopedia de informaciones. Los padres brillantes son agradables contadores de historias, son creativos, perspicaces, capaces de extraer de las cosas más simples, bellísimas lecciones de vida. Apenas tenga el hábito de dialogar, cuente historias, cautiven a sus hijos por su inteligencia y afectividad y no por autoridad, dinero o poder.
Conviértanse en personas agradables e influencien en el ambiente donde los hijos están. La imagen que los amigos de sus hijos tengan de ustedes, es el termómetro que indica si son agradables, indiferentes o insoportables. Si ellos se complacen en acercárseles, ustedes aprobarán el examen, si los evitan fueron reprobados y tendrán que revisar sus actitudes. Los padres que son contadores de historias, no tienen vergüenza de usar sus errores y dificultades para ayudar a sus hijos a meterse dentro de sí mismos y encontrar sus caminos.
7o HÁBITO: LOS BUENOS PADRES LES DAN OPORTUNIDADES A SUS HIJOS, LOS PADRES BRILLANTES NUNCA DESISTEN DE ELLOS.
Este hábito de los padres brillantes contribuye a desarrollar aprecio por la vida, esperanza, perseverancia, motivación, determinación y capacidad de debatir, de superar obstáculos y de vencer fracasos. Los buenos padres son tolerantes con algunos errores de sus hijos. Los padres brillantes jamás desisten de ellos, aunque los decepcionen, cometan errores, no les agradezcan y pasen por los senderos de los trastornos emocionales.
El mundo puede no creer en nuestros hijos, puede suponer que no lograrán nada en la vida, pero si somos padres brillantes podremos creer en ellos, procurar distinguir lo que ninguno ve. Los padres brillantes son sembradores de ideas y no controladores de sus hijos. Siembran en el solar de sus inteligencias y esperan que un día germinen sus semillas. Durante la espera puede haber desolación, pero si las semillas son buenas, un día germinarán. Aunque los hijos desprecien su futuro, algún día retornarán. Un ejemplo magnífico para ser seguido, es la Parábola del Hijo Pródigo.

viernes, 20 de enero de 2012

Cuéntame un cuento....

Un cuento es el primer contacto con el mundo mágico de la Literatura.
En los cuentos nuestros niñ@s pueden encontrar el gusto por los libros, la imagen y el placer por la lectura,
donde se desarrolla la imaginación y la fantasía.


Algunos libros  recomendamos:


Besos Besos  (ed jaguar colección miau)
Te quiero (ed jaguar colección miau)
¿A que sabe la luna? ( ed Kalandraka)

AULA DE COCINA




Dónde  aprendemos  recetas  y  cosas  sobre  la   cocina.......

Huevo frito con patatas, preparado con fruta y yogur para los más pekes y no tan pekes

Ingredientes: un yogur natural, azúcar, una manzana y melocotón en almíbar
Preparación: partir por la mitad el melocotón en almibar. Batir el yogur y poner azucar al gusto.Extender alrededor del melocotón el yogur. Pelar la manzana y cortar en forma de patatas fritas.
¡Y listo para comer!

Rincón de hábitos
Papá y mamá este mes trabaja  conmigo…!

nos lavamos las manos antes y después de comer